Descripción
Los santos no envejecen prácticamente nunca, los santos no prescriben jamás. Continúan siendo los testigos de la juventud de la Iglesia. Nunca se convierten en personajes del pasado, en hombres y mujeres de ayer. al contario: son siempre los hombres y mujeres del mañana, los hombres del futuro evangélico del hombre y de la Iglesia, los testigos del mundo futuro .