Descripción

El mayor misterio que ha surgido sobre la faz de la tierra es Jesucristo. Mina de incontables tesoros en la que por más que profundicemos nunca le encontraremos fin. El presente escrito quiere mostrar algunos de esos filones, deseando facilitar el acceso a la sublimidad del conocimiento del Señor Jesús. Como figura histórica, resulta necesario destacar el sentido permanente de esa dimensión. Pero Jesús resucitó, y por eso no se queda circunscrito al pasado: nos encontramos con Él hoy, en un descubrimiento personal amoroso. También, sus palabras y sus acciones constituyen parte esencial de su Persona, y por eso las guardamos en nuestro corazón. Y, del mismo modo, valen las representaciones artísticas, así como las argumentaciones de los teólogos que buscan dar claridad a conceptos. El discurso es inagotable y siempre insuficiente. Pero también siempre novedoso y siempre fascinante.