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DOS PAPAS Mis recuerdos con Benedicto XVI y Francisco
Un hombre de corazón eclesial. Así describe el papa Francisco al cardenal Herranz en el prólogo de este libro. Una de las claves de lectura es el amor a la Iglesia y al papa, sea quien sea, que atraviesa todas sus páginas. Otra sería el Concilio Vaticano II y su aplicación en la vida cotidiana del Pueblo de Dios, que llama a todos a conocer y amar a Cristo y a difundir su mensaje de salvación. Por eso, más allá de una continuación de los recuerdos sobre san Juan Pablo II y san Josemaría Escrivá recogidos en su anterior libro En las afueras de Jericó, se despliega, partiendo de sus vivencias con Benedicto XVI y el papa Francisco, una panorámica de la Iglesia.
Desde hace seis décadas, ha sido testigo privilegiado de las profundas transformaciones del mundo y de la Iglesia. Su mirada, de largo alcance hacia el pasado, no permanece ahí, sino que alcanza y apuesta también por el futuro. El futuro de una Iglesia que sigue siendo la misma que nació en el cenáculo de Jerusalén y soñaba con llegar a todas las naciones(Mt 28-19) anunciando el Evangelio de la alegría.
Eclesiología
La Iglesia es madre y es hogar. Es madre, como les gustaba considerar a los grandes autores cristianos de los primeros siglos. A ella y no al cristiano considerado particularmente, pertenecen esos signos eficaces de la salvación que son los sacramentos. A ella pertenecen las formas y las normas de esa nueva existencia que comienza en la pila bautismal, como comienza la vida en el seno materno. Ella es el principio y la raíz, el suelo y la atmósfera, el alimento y el calor, el todo viviente que va penetrando la persona del cristiano.
Eco de mis amores
Me gusta relacionar la historia con las personas, que encarnan un poco nuestra realidad. He descubierto últimamente a una mujer que ustedes conocen bien: Concepción -Concha- Cabrera de Armida. Antes de todo, una mujer ordinaria, una madre de familia que había tenido nueve hijos. Ama de casa, esposa ejemplar, pero ordinaria. Una mujer que desde el inicio de su vida sintió una atracción hacia Cristo, hacia la Iglesia. Una mujer de fe, muy coherente. poniendo su vida humana en relación, esta mujer se transformo en una mística. Su vida de relación con Cristo ha sido una fuente de su vida espiritual, de valores cristianos , y seria bueno para los mexicanos conocer más a Conchita, por que para mi , Conchita es: la mexicana. Es verdaderamente humana. Ha encarnado en sí lo mejor de nuestra fe.
